Noise Reactor
Opinión
7 de diciembre de 2025

El día que Salah dejó a Liverpool

En apenas siete minutos, Mo Salah logró derrumbar gran parte del legado que construyó durante años y escogió el peor momento para hacerlo.

Mo Salah, durante la temporada 2024/25

El día que Salah dejó a Liverpool. En los últimos años, imaginé cómo sería ese día: el último partido de la temporada, un gol de Salah cerca del minuto 80, una celebración interminable. Todo el equipo corriendo a abrazarlo, algunos con lágrimas en los ojos. La cámara enfocando al entrenador aplaudiendo, todo el estadio cantando su canción como nunca antes. Más lágrimas y abrazos al final del partido. Alguien en el micrófono diciéndole lo agradecidos que están todos, lo querido que es, que su legado permanecerá intacto por años y que su lugar como leyenda del Liverpool vivirá para siempre, no solo en las paredes de Anfield y del centro de entrenamiento, sino en la memoria y el corazón de cada aficionado.

Eso ya no va a pasar. No después de anoche. No después de lo que dijo.

Necesitábamos un líder que nos enseñara, a los aficionados, a tener paciencia, gracia y empatía cuando errores una vez más nos cuestan puntos valiosos. En cambio, vimos a un jugador engreído que debería tener más criterio, alguien que dice amar al club pero no duda en criticarlo públicamente en su momento más frágil.

Mo habla de haberse ganado su lugar, de todo lo que ha hecho por el club, y tiene razón. Ha sido fenomenal. Pero en ningún momento de esos siete minutos y medio de entrevista improvisada reconoció el rendimiento del equipo, el esfuerzo de sus compañeros o que el entrenador tiene todo el derecho de tomar decisiones tácticas. Todo fue "yo, yo, yo" cuando debió ser "nosotros".

¿Y Robbo? Su tiempo de juego también se ha reducido y ahora lo comparte con Kerkez. ¿Y Chiesa? Que por alguna razón no consigue ser titular. ¿Y Endo? A quien a veces hasta olvido que está en el plantel. Ellos también pudieron haber salido a quejarse, ventilado sus frustraciones, cuestionado al entrenador. Pero no lo hicieron. Porque entienden lo que significa formar parte de un equipo, respetar la jerarquía y manejar la frustración con dignidad.

Salah no es el único jugador rotado esta temporada. No es el único en el banquillo preguntándose por qué. Pero sí es el único que decidió que sus reclamos personales son más importantes que el colectivo. El único que salió a cuestionar abiertamente a Slot y armar un circo mediático cuando el equipo ya está pasando por dificultades. Esa es la diferencia entre un profesional y alguien que se cree por encima del sistema. Y ahora mismo, Mo demostró que se ve a sí mismo como lo segundo.

Dice que el club lo tiró bajo el autobús, pero él es quien está haciendo precisamente eso: ventilar problemas internos en la zona mixta, cuestionando a su entrenador y sembrando dudas en toda la plantilla justo días antes de irse a la Copa Africana de Naciones. Si de verdad amara tanto a este club como dice, habría manejado esto en privado. Pero no, aprovechó un resultado decepcionante para hacerse la víctima y, con eso, manchó lo que debió ser un legado intocable.

Lo que más me molesta es que Mo está usando la vulnerabilidad del equipo para su propio beneficio. Parte de la afición ya está dividida con tonterías como "fuera Slot" o "que vendan a todos", y se perfectamente que no habría dicho nada de esto si hubiéramos ganado en Leeds. Si hubiéramos ganado, habría tenido que mantener la boca cerrada y pasar por la zona mixta ocultando su enojo tras una sonrisa. Pero el empate, y la forma en que se dio, le dio la excusa perfecta para sacar sus quejas, usando la fragilidad del equipo como escudo para su agenda personal. Es decepcionante, egoísta y, francamente, indigno de alguien de su categoría.

¿El final de cuento de hadas que imaginé? Murió en esa zona mixta. Y lo peor es que no tenía por qué ser así.

Artículos relacionados